Sí, admito que soy quejica por naturaleza. A veces me lleva a absurdos comportamientos
maniáticos, otras veces las protestas tienen más fundamentos. Pero lo que no
soporto es que me prohíban ser como soy y menos cuando se cometen injusticias,
entonces sólo me queda como único recurso el pataleo. Es una cosa que necesito
y no puedo remediarlo, según andan los tiempos es la única manera de no
hundirme en el fango desesperado por la cantidad de injusticias que nos asolan.
Pero parece que esa casta de políticos de la derecha, esos que consiguen sus
mayorías a base de mentiras y el apoyo de cantidades industriales de estúpidos,
no piensan que la protesta sea un derecho, se empeñan continuamente en destruir cualquier
oposición al verdadero poder que ellos representan, los ricos y poderosos.
La ley mordaza y la criminalización de las protestas
sociales son sus más conocidas fechorías, en Cataluña los culpables son los
nacionalistas que adoctrinan a la población, en Euskal Herria todos son ETA, el
15 M eran hippies y perro flautas que tapaban con sus pancartas los escaparates
de las grandes marcas y en las últimas protestas de Gamonal eran los comandos
itinerantes de la izquierda radical, vándalos que venían a destruir a pedradas
el mobiliario urbano, en la neolengua gubernamental "terroristas".
Estas tonterías no se las creen ni ellos, porque serán fachas pero de
gilipollas se ve que no tienen ni un pelo, aunque a veces esto se ponga en duda
con las frases antológicas de los representantes del "desgobierno".
Aunque estoy un poco mosqueado, malhumorado, cabreado, hasta
los…, no quiero trasmitiros esta sensación, es el mensaje que me dicta el demonio
que está a mi izquierda, ¿o esta en la derecha?. Bueno da igual, el lado bueno
me dice que la lucha contra las injusticias, aunque nos parezca muchas veces
insuficiente merece la pena porque a la
larga se consiguen avances. A lo largo de la historia hay muchos ejemplos de la
lucha de hombres y mujeres que consiguieron mejorar la situación de las clases
menos favorecidas, se quiera o no los ricos no han existido por la gracia de
Dios, sino por la explotación que han ejercido contra los pobres a lo largo de
los tiempos. Pero el caso que os traigo me ha llamado poderosamente la
atención, una protesta no violenta del pueblo en la Roma de hace unos 2500
años, una huelga general en toda regla con acampada y todo, lo que los romanos
llamaron Secessio Plebis (secesión del pueblo).
En el siglo VI a. C. (509 a. C.) terminaba el periodo romano
de las monarquías, durante 250 años muchos reyes habían gobernado la creciente
ciudad que se convertiría en uno de los más grandes imperios de todos los
tiempos, pero entonces era una pequeña y próspera ciudad de la península
itálica. No obstante el carácter tiránico de su último rey, que acabo su
mandato por la fechoría de uno de sus hijos (esto de los infantes me suena),
decidió ejercer su poder de forma absoluta, que no era tradición en la Roma de
aquellos tiempos que mantenía un equilibrio entre el monarca, el Senado y la
Asamblea de los patricios (aristócratas).
Nacía la República de Roma, pero en estos primeros tiempos
iba a tener múltiples problemas entre sus habitantes, el poder había quedado
solamente en manos Patricias, estos eran la aristocracia romana que ostentaban
el poder político, legislativo y económico de la ciudad. Los únicos que pertenecían a la Asamblea (consejo de la
aristocracia), al Senado ( consejo de sabios) y los únicos que tenían derecho a
voto y utilizar las leyes que sólo ellos conocían. Pero la balanza de la
sociedad romana era completamente injusta, la clase de ciudadanos libres
también la conformaban la plebe (Plebeyos), no tenía ningún tipo de poder con
participación social, tenían una serie de obligaciones y deberes respecto a
Roma que debían cumplir, por ejemplo acudir a la milicia cuando se recurría a
ellos en época de conflicto bélico. Eran los mismos que trabajaban las tierras
de los terratenientes patricios (por lo que alimentaban a Roma), toda una serie
de artesanos como zapateros, panaderos, carniceros…
En estas circunstancias llegó un momento en que los Plebeyos
no aguantaron más las ofensas de sus gobernantes, se cansaron del poder
absoluto de la aristocracia y de los abusos contra ellos. Se creó un
sentimiento de clase, una masa social que solicitaba su lugar en la sociedad.
La gota que colmó el vaso fue en el 494 a. C., cuando la tribu de los volscos
amenazaron con atacar Roma. Los gobernantes llamaron a los hombres a que
acudieran a la llamada de la milicia, pero eso suponía no poder recoger las
cosechas con las que pagarían los tributos a los terratenientes, si contraían deudas con estos últimos, por
derecho podían convertir al deudor en esclavo. Los plebeyos amenazaron con no
cumplir la orden si no se rebajaban los castigos por la deuda, los Patricios
temerosos del ataque enemigo aceptaron revisar la ley. Las milicias romanas
lograron la victoria en el campo de batalla.
Pero "donde dije digo, digo Diego", igualito que los chicos de
Mariano, se les olvidó las promesas que habían hecho, se creían que los tontos
de los plebeyos aceptarían como siempre de rodillas las decisiones de los
magistrados. Pero el pueblo reaccionó de una forma inverosímil, recogieron
todos los trastos y vaciaron la ciudad, se dirigieron a lo alto de una colina
implantando allí su campamento, amenazando con crear una ciudad independiente
de Roma. La ciudad quedó desolada y los Patricios se dieron cuenta que sin
trabajadores y artesanos era imposible sobrevivir, más cuando jamás habían
tenido que trabajar y los esclavos con los que contaban todavía no eran
suficientes para mantener los servicios de la ciudad del Lazio. Tuvieron que
ceder y escuchar las nuevas peticiones de los plebeyos.
Les tuvieron que permitir crear su propia Asamblea, de la
que todos los plebeyos serían miembros independientemente de su poder económico,
tendrían derecho a voto y a legislar sus propias leyes, siempre con el visto
bueno del Senado. También tendrían dos representantes en los órganos de
representación, donde tenían derecho de veto sobre las leyes que afectaban al
pueblo.
Aquello era importante, pero no era suficiente, las leyes
todavía las creaban y las aplicaban los magistrados, jueces y abogados
patricios, por lo que en litigios entre las dos clases siempre ganaban los
poderosos, además las leyes no estaban escritas en ningún sitio y el personal
judicial los podía interpretar a su antojo. Por medio de otra serie de
protestas durante el mismo siglo se consiguió que las leyes fueran recogidas
por escrito y los Tribunos de la plebe (los representantes del pueblo) podían
defender a los de su clase en los juicios.
Pero el último paso que quedaba era el más importante, que
las decisiones de la Asamblea de la plebe tuvieran carácter legal y fueran
aceptadas y respetadas por todos los ciudadanos romanos, independientemente de
si eran patricios o plebeyos. Esto lo consiguieron en el 287 a. C., los ánimos
andaban de nuevo caldeados y el pueblo volvió a realizar una acción similar a
la de siglos atrás, recogieron todos los bártulos y se dirigieron a lo alto del
monte Aventino, realizando una sentada en torno al templo de Ceres (diosa de la
agricultura) considerada la diosa principal de la clase plebeya. Otra vez los
poderosos tuvieron que ceder, en la ciudad no quedaban ni los
"antidisturbios", se paralizaba toda la ciudad quedando sin defensa
ante cualquier ataque enemigo inesperado.
Al final lo que yo he querido aprender de esto es lo que
todos sabemos, cuando seamos capaces de aglutinar una masa social decidida a
cambiar las cosas, los poderosos no tendrá más remedio que ceder, que conceder
los derechos que vayamos pidiendo. Mientras tanto sólo nos queda el derecho
"al pataleo", si me llaman terrorista y antisistema por revelarme
ante las injusticias acometidas por una pandilla de gamberros y piratas
sociales, políticos o especuladores. PREFIERO SER QUEJICA QUE IDIOTA.
¡¡¡SECESSIO PLEBIS!!!
Héctor Prieto
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