"Tú no puedes permanecer neutral; vendrás y tomarás el partido de
los oprimidos, porque sabes que lo bello y lo sublime -como tú mismo- está del
lado de aquellos que luchan por la luz, por la humanidad, por la
justicia."
Kropotkin.
En diciembre de 1842 nació en Rusia el Príncipe Pedro Kropotkin, su
padre pertenecía a la nobleza terrateniente y por ello recibió educación en una
elitista escuela militar por orden del zar Nicolás I, era la forma que tenía el
ejército ruso de formar oficiales pertenecientes a las castas aristocráticas.
No obstante, no estaba interesado en la carrera militar y empezó a decantarse
por las ciencias, terminó finalmente convirtiéndose en naturalista,
desarrollando su propia teoría, basada en la ayuda mutua entre los miembros de una misma especie y a
veces de diferentes especies.
Entre 1862 y 1873, fue enviado a Siberia y posteriormente a Finlandia
por petición propia, donde se dedicó a hacer estudios sobre los animales y
especialmente sobre el "deshiele". Pero en aquellos campos se dio
cuenta de la pésima situación del campesinado, que vivían en una situación
social prácticamente medieval, auténticos esclavos de los poderosos
terratenientes, lo que le llevó a recapacitar sobre su propia situación
personal y de la injusticia de las desigualdades sociales, emprendió un estudio
de la teoría marxista que derivó en su ideología anarquista.
Cuando regresó a Rusia en el año 73, ya tenía desarrolladas sus ideas
revolucionarias que empezó a defender a través de la prensa y de otros métodos.
A diferencia de Bakunin, que defendía la destrucción del Estado por medio de la
acción directa, éste abogaba por la creación de una alternativa social al
capitalismo existente, por crear organizaciones colectivas como granjas,
cooperativas… Por todo esto fue
encarcelado pero consiguió escapar y trasladarse a Francia donde continuó con
su defensa del ideal anarquista, allí fue nuevamente encarcelado en el año 83,
luego viajó a Inglaterra donde residió muchos años y terminó su vida en la
Rusia revolucionaria en el año 1921.
El texto que os presentó lo escribió en 1880, se lo dedicó a los
jóvenes y yo también lo he elegido porque en la actualidad gran parte de los
problemas lo está sufriendo la juventud, el paro y las pocas expectativas de
futuro no hacen que los jóvenes se revelen contra la situación, exigiendo sus
derechos, pero tienen que animarse porque en estos días difíciles sólo nos
queda la lucha para darle la vuelta a la situación, tienen que saber que no
están solos, todos juntos somos una fuerza imparable. ¡¡¡ACTIVATE!!!
"Entonces comprenderéis cuán repugnante es esta
sociedad; reflexionaréis sobre las causas de estas crisis, y el examen llegará
hasta el fondo mismo de esta abominación que pone a millones de seres humanos a
merced de la brutal ambición de un puñado de explotadores; entonces
comprenderéis que los anarquistas tienen razón al decir que nuestra sociedad
actual puede y debe ser reorganizada de pies a cabeza.
Mas pasando de las crisis generales a vuestro
caso particular, suponemos que un día, cuando vuestro patrón trate por medio de
una nueva reducción del jornal de sacaros algunos céntimos con el fin de
aumentar aún más su fortuna, protestáis; a lo que os contestará con altanería: -“Idos
a comer hierba, sino queréis trabajar por el precio que os ofrezco”-. Entonces
comprenderéis que vuestro patrón no sólo trata de esquilaros como a un animal
inferior; que no contento con teneros sujeto en sus garras por medio del
sistema del salario, trata además de haceros un esclavo en todos conceptos.
Entonces os rebajaréis él abandonando toda idea de dignidad humana y concluyendo
por sufrir todas las humillaciones posibles, o la sangre se os subirá a la
cabeza; os detendréis en la odisea pendiente en que vais resbalando, y
encontrándoos despedido y en la calle sin trabajo, comprenderéis cuánta razón
tienen los anarquistas cuando dicen: “¡Rebelaos, levantaos contra esa tiranía
económica, porque ella es causa de toda esclavitud!”. Entonces vendréis y
ocuparéis vuestro puesto en las filas de los revolucionarios, y trabajaréis con
ellos por la completa destrucción de toda esclavitud económica, social y
política.
Otro día oiréis referir la historia de
aquella encantadora muchacha cuyo carácter alegre, francas maneras y animada
conversación tanto habíais admirado. Después de haber luchado durante años
contra la miseria, abandonó su pueblo natal por la capital; bien sabía que allí
la lucha por la existencia debía ser difícil, pero esperaba al menos poder
buscarse la vida honradamente. Pues bien; ya sabéis cuál ha sido su suerte:
galanteada por el hijo de un tendero, se dejó engañar por sus dulces palabras,
se entregó a él con toda la pasión de la juventud, y se vio después abandonada
con una criatura en los brazos; siempre valerosa, nunca cesó de luchar, pero se
destruyó en esta desigual lucha contra el hambre y el frío, yendo a concluir
sus días en uno de esos hospitales cuyo nombre nadie recuerda… ¿Qué haréis? Una
vez más se os presentan dos caminos que seguir: o tratáis de desechar tan
desagradable recuerdo con la siguiente estúpida frase: “Ella no fue la primera
ni será la última”, y tal vez hallándoos alguna noche en la taberna con otros
ultrajéis la memoria de la infeliz muchacha con algún cuento repugnante; o, por
el contrario, el recuerdo del pasado os llegará al corazón; trataréis de
encontrar al infame seductor para escupirle al rostro, y reflexionando sobre
las causas de estos males que ocurren diariamente, comprenderéis que nunca
cesarán en tanto que la sociedad esté dividida en dos campos: en el uno los
desgraciados y en el otro los perezosos, las fieras con dulces palabras e
inclinaciones bestiales. Comprenderéis que es ya tiempo sobrado de concluir con
esta diferencia y vendréis a colocaros entre los revolucionarios[...].
[...]
Repito que sobre todo esto no abrigo ningún
género de duda, y por esto estoy convencido de que también concluiréis por
reuniros aquellos que trabajan por la conquista del porvenir.
Cada uno de vosotros, pues, jóvenes honrados,
hombres y mujeres, trabajadores del campo y de las fábricas, artesanos y
soldados, comprenderéis cuáles son vuestros derechos y os vendréis con
nosotros, a fin de trabajar con vuestros hermanos en la preparación de esa
revolución que, barriendo todo vestigio de esclavitud, destruyendo ligaduras y
cadenas y rompiendo con viejas y gastadas tradiciones, abra a todo el género
humano un nuevo y ancho campo de feliz existencia, estableciendo al fin la
verdadera libertad, igualdad y fraternidad en la sociedad humana. Que no se
diga de nosotros, siendo un grupo relativamente insignificante, que somos
demasiado débiles para conseguir el magnífico fin a que inspiramos: contad y
ved cuántos somos los que sufrimos esta injusticia.
Nosotros, los trabajadores del campo, que
trabajamos para otros y mascamos la paja, mientras que nuestros amos se comen
el trigo; nosotros solos somos millones de hombres; somos tan numerosos, que
formamos la masa del pueblo.
Nosotros, los obreros de las fábricas, que
tejemos terciopelos y sedas para cubrirnos de harapos, también somos una gran
multitud, y cuando el ruido de la fábrica nos deja un momento de reposo,
invadimos las calles y plazas como el mar en las grandes mareas de verano.
¡Ay! todos juntos, los que sufrimos y somos
diariamente insultados, formamos tal multitud, que ningún hombre puede contar;
somos el Océano que lo abraza e invade todo.
Nos basta querer para que se haga la justicia
y todos los tiranos de la tierra muerdan el polvo.
Nos basta querer para que la revolución
social acabe con todas las infamias y todos los privilegios.[...]"
HECTOR PRIETO



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