Pueden forzarte a decir cualquier cosa, pero no hay manera de que te lo hagan creer. Dentro de ti no pueden entrar nunca.

George Orwell






martes, 10 de diciembre de 2013

A LA JUVENTUD; DE PEDRO KROPOTKIN


"Tú no puedes permanecer neutral; vendrás y tomarás el partido de los oprimidos, porque sabes que lo bello y lo sublime -como tú mismo- está del lado de aquellos que luchan por la luz, por la humanidad, por la justicia."

Kropotkin.

 

En diciembre de 1842 nació en Rusia el Príncipe Pedro Kropotkin, su padre pertenecía a la nobleza terrateniente y por ello recibió educación en una elitista escuela militar por orden del zar Nicolás I, era la forma que tenía el ejército ruso de formar oficiales pertenecientes a las castas aristocráticas. No obstante, no estaba interesado en la carrera militar y empezó a decantarse por las ciencias, terminó finalmente convirtiéndose en naturalista, desarrollando su propia teoría, basada en la ayuda mutua  entre los miembros de una misma especie y a veces de diferentes especies.

Entre 1862 y 1873, fue enviado a Siberia y posteriormente a Finlandia por petición propia, donde se dedicó a hacer estudios sobre los animales y especialmente sobre el "deshiele". Pero en aquellos campos se dio cuenta de la pésima situación del campesinado, que vivían en una situación social prácticamente medieval, auténticos esclavos de los poderosos terratenientes, lo que le llevó a recapacitar sobre su propia situación personal y de la injusticia de las desigualdades sociales, emprendió un estudio de la teoría marxista que derivó en su ideología anarquista.

Cuando regresó a Rusia en el año 73, ya tenía desarrolladas sus ideas revolucionarias que empezó a defender a través de la prensa y de otros métodos. A diferencia de Bakunin, que defendía la destrucción del Estado por medio de la acción directa, éste abogaba por la creación de una alternativa social al capitalismo existente, por crear organizaciones colectivas como granjas, cooperativas…  Por todo esto fue encarcelado pero consiguió escapar y trasladarse a Francia donde continuó con su defensa del ideal anarquista, allí fue nuevamente encarcelado en el año 83, luego viajó a Inglaterra donde residió muchos años y terminó su vida en la Rusia revolucionaria en el año 1921.

El texto que os presentó lo escribió en 1880, se lo dedicó a los jóvenes y yo también lo he elegido porque en la actualidad gran parte de los problemas lo está sufriendo la juventud, el paro y las pocas expectativas de futuro no hacen que los jóvenes se revelen contra la situación, exigiendo sus derechos, pero tienen que animarse porque en estos días difíciles sólo nos queda la lucha para darle la vuelta a la situación, tienen que saber que no están solos, todos juntos somos una fuerza imparable. ¡¡¡ACTIVATE!!!

 
 
 
"Entonces comprenderéis cuán repugnante es esta sociedad; reflexionaréis sobre las causas de estas crisis, y el examen llegará hasta el fondo mismo de esta abominación que pone a millones de seres humanos a merced de la brutal ambición de un puñado de explotadores; entonces comprenderéis que los anarquistas tienen razón al decir que nuestra sociedad actual puede y debe ser reorganizada de pies a cabeza.
 
Mas pasando de las crisis generales a vuestro caso particular, suponemos que un día, cuando vuestro patrón trate por medio de una nueva reducción del jornal de sacaros algunos céntimos con el fin de aumentar aún más su fortuna, protestáis; a lo que os contestará con altanería: -“Idos a comer hierba, sino queréis trabajar por el precio que os ofrezco”-. Entonces comprenderéis que vuestro patrón no sólo trata de esquilaros como a un animal inferior; que no contento con teneros sujeto en sus garras por medio del sistema del salario, trata además de haceros un esclavo en todos conceptos. Entonces os rebajaréis él abandonando toda idea de dignidad humana y concluyendo por sufrir todas las humillaciones posibles, o la sangre se os subirá a la cabeza; os detendréis en la odisea pendiente en que vais resbalando, y encontrándoos despedido y en la calle sin trabajo, comprenderéis cuánta razón tienen los anarquistas cuando dicen: “¡Rebelaos, levantaos contra esa tiranía económica, porque ella es causa de toda esclavitud!”. Entonces vendréis y ocuparéis vuestro puesto en las filas de los revolucionarios, y trabajaréis con ellos por la completa destrucción de toda esclavitud económica, social y política.
 
Otro día oiréis referir la historia de aquella encantadora muchacha cuyo carácter alegre, francas maneras y animada conversación tanto habíais admirado. Después de haber luchado durante años contra la miseria, abandonó su pueblo natal por la capital; bien sabía que allí la lucha por la existencia debía ser difícil, pero esperaba al menos poder buscarse la vida honradamente. Pues bien; ya sabéis cuál ha sido su suerte: galanteada por el hijo de un tendero, se dejó engañar por sus dulces palabras, se entregó a él con toda la pasión de la juventud, y se vio después abandonada con una criatura en los brazos; siempre valerosa, nunca cesó de luchar, pero se destruyó en esta desigual lucha contra el hambre y el frío, yendo a concluir sus días en uno de esos hospitales cuyo nombre nadie recuerda… ¿Qué haréis? Una vez más se os presentan dos caminos que seguir: o tratáis de desechar tan desagradable recuerdo con la siguiente estúpida frase: “Ella no fue la primera ni será la última”, y tal vez hallándoos alguna noche en la taberna con otros ultrajéis la memoria de la infeliz muchacha con algún cuento repugnante; o, por el contrario, el recuerdo del pasado os llegará al corazón; trataréis de encontrar al infame seductor para escupirle al rostro, y reflexionando sobre las causas de estos males que ocurren diariamente, comprenderéis que nunca cesarán en tanto que la sociedad esté dividida en dos campos: en el uno los desgraciados y en el otro los perezosos, las fieras con dulces palabras e inclinaciones bestiales. Comprenderéis que es ya tiempo sobrado de concluir con esta diferencia y vendréis a colocaros entre los revolucionarios[...].
 
 
 
[...]
Repito que sobre todo esto no abrigo ningún género de duda, y por esto estoy convencido de que también concluiréis por reuniros aquellos que trabajan por la conquista del porvenir.
 
Cada uno de vosotros, pues, jóvenes honrados, hombres y mujeres, trabajadores del campo y de las fábricas, artesanos y soldados, comprenderéis cuáles son vuestros derechos y os vendréis con nosotros, a fin de trabajar con vuestros hermanos en la preparación de esa revolución que, barriendo todo vestigio de esclavitud, destruyendo ligaduras y cadenas y rompiendo con viejas y gastadas tradiciones, abra a todo el género humano un nuevo y ancho campo de feliz existencia, estableciendo al fin la verdadera libertad, igualdad y fraternidad en la sociedad humana. Que no se diga de nosotros, siendo un grupo relativamente insignificante, que somos demasiado débiles para conseguir el magnífico fin a que inspiramos: contad y ved cuántos somos los que sufrimos esta injusticia.
 
Nosotros, los trabajadores del campo, que trabajamos para otros y mascamos la paja, mientras que nuestros amos se comen el trigo; nosotros solos somos millones de hombres; somos tan numerosos, que formamos la masa del pueblo.
 
Nosotros, los obreros de las fábricas, que tejemos terciopelos y sedas para cubrirnos de harapos, también somos una gran multitud, y cuando el ruido de la fábrica nos deja un momento de reposo, invadimos las calles y plazas como el mar en las grandes mareas de verano.
 
¡Ay! todos juntos, los que sufrimos y somos diariamente insultados, formamos tal multitud, que ningún hombre puede contar; somos el Océano que lo abraza e invade todo.
 
Nos basta querer para que se haga la justicia y todos los tiranos de la tierra muerdan el polvo.
 
Nos basta querer para que la revolución social acabe con todas las infamias y todos los privilegios.[...]"
 
HECTOR PRIETO
 
 





 

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