"Y ahí llegaron las doce, y cada cual
parecía una princesa hambrienta de guerra y feroz batalla;
cada una tenía su fama bien ganada, pero servían
a Pentesilea, que sobresalía por encima de todas.
Igual que entre las estrellas del ancho cielo
brilla en su trono por encima de todas la Luna."
parecía una princesa hambrienta de guerra y feroz batalla;
cada una tenía su fama bien ganada, pero servían
a Pentesilea, que sobresalía por encima de todas.
Igual que entre las estrellas del ancho cielo
brilla en su trono por encima de todas la Luna."
En este fragmento el poeta griego Quinto de Esmirna nos
relata la llegada de las Amazonas a Troya tras la muerte de su héroe Héctor a
manos de Aquiles. Cuenta la leyenda que los habitantes de la ciudad, sitiados
por los griegos habían perdido toda esperanza de resistir a sus enemigos,
cuando vieron la llegada de las Amazonas y estas entraron resplandecientes en
la ciudad, la gente estalló en júbilo. La princesa de las Amazonas, llamada
Pentesilea, decidió pronto que era el momento de salir de la ciudad y atacar.
En el campamento griego Aquiles acompañando de su amigo Ajax, lloraba todavía
la muerte de su amado Patroclo (había muerto porque Héctor lo confundió con
Aquiles) pero al oír el estruendo de la batalla tomó sus armas y se presentó en
la lucha. No tardaron en encontrarse cara a cara el héroe y la amazona, ella no
pudo resistir el ataque del poderoso Aquiles que la atravesó con su lanza, a
pesar de ello se quedó maravillado de la belleza y la fiereza de la princesa
Pentesilea y el mismo acabó con la vida de un soldado griego que se reía de la
amazona muerta.
Este es el hermoso inicio que quiero darle al tema que
veremos en esta ocasión, las mujeres guerreras. Podemos ver cómo en los mitos
griegos y en la guerra de Troya nos
aparece la presencia de féminas que destacaban en el arte de la guerra, casi
siempre destinado a los hombres. Podemos hablar de la diosa Atenea, diosa de la
guerra y de la sabiduría, las Amazonas que eran mujeres que vivían sin hombres
y eran grandes guerreras, la diosa Artemisa que empleaba el arco como nadie…
Pero vayamos a la historia propiamente dicha, dejando a un
lado las leyendas de los poemas homéricos. Para ello me voy a centrar en tres
civilizaciones, que contaron con algunas mujeres guerreras y que nos puede
servir como ejemplo de lo poco que ha sido trabajado este tema y de las formas
de vivir que tuvieron que adoptar para sobrevivir en un mundo de hombres.
Hablaremos de las mujeres celtas, las mujeres vikingas y por último nos iremos
hasta Japón para echarle un vistazo al extraño caso de una mujer samurai.
-La mujer celta:
Lo primero que hay que conocer antes de adentrarnos en el
mundo de la guerra, es la posición
cultural y social de la mujer en el pueblo celta que era muy diferente a la
situación de sumisión que vivían las mujeres en el mundo griego y romano. Por
lo tanto las condiciones de las celtas eran relativamente buenas para la época
de la que estamos hablando, que coincidía con el momento álgido del imperio
romano. A esto también ayudó que Irlanda quedara al margen, ya que las legiones
romanas nunca pisaron la isla, por lo que su cultura se mantuvo inalterable
hasta la llegada del catolicismo.
La mujer podía elegir
libremente a su esposo, los hombres la cortejaban y ella podía convivir con
alguno de los pretendientes durante un tiempo y luego decidir si era el
adecuado o no. Además no había ningún problema, si la mujer tenía relaciones
con otro hombre, incluso tenía la
posibilidad de divorciarse de su esposo. Por otro lado el matrimonio se veía
como un contrato en el que la mujer mantenía sus bienes y no era propiedad de
sus padres y de sus maridos. La supremacía en la familia estaba determinada por
la riqueza, si la mujer poseía más
propiedades que el hombre se convertía automáticamente en la cabeza de familia.
En lo demás empezaban a trabajar desde muy jovenes, cuidaban de la casa y de
los hijos, controlaban la economía familiar y cuidaban mucho su propio aspecto.
Esto no es raro pero sí lo es que aprendieran el manejo de las armas, en
especial el arco y las espadas.
Acompañaban a los hombres al campo de batalla,
era donde mostraban su carácter y su
fiereza, eran tan hábiles como los hombres e incluso no vacilaban en matar a su
prole en caso de perder la batalla, preferían la muerte a ser capturados. Los
romanos que tuvieron que enfrentarse a los celtas en las islas británicas
fueron testigos de la fiereza de la mujer celta, algunos autores latinos así lo señalaron. Por
ejemplo Amiano Marcelino escribió esta frase sobre las guerreras celtas, "
cuello hinchado, los dientes rechinantes y blandiendo los enormes brazos
cetrinos...,daba puñetazos a la par que patadas, como si fueran los proyectiles
de una catapulta". En otras líneas hace referencia a su valor. "Una
patrulla entera de extranjeros -dice- no podría resistir el ataque de un sólo
galo, si este se hiciera acompañar y ayudar por su esposa. Estas mujeres son,
generalmente, fortísimas, tienen los ojos azules, y cuando se encolerizan hacen
rechinar los dientes, y moviendo los fuertes y blancos brazos comienzan a
propinar formidables puñetazos, acompañados de terribles patadas".
Pero Plutarco nos cuenta el caso de una mujer celta de gran
prestigio entre sus semejantes que fue violada por un centurión romano, la
mujer se lo contó a su marido pero al mismo tiempo le entregó la cabeza del
centurión como obsequio.
Por lo que podriamos definir en pocas palabras a la mujer
celta como coqueta, familiar y valerosa en la batalla. Una mujer libre para su
época pero que la llegada de la religión católica la obligó a ser sumisa junto a una ley del
siglo VII (año 697) le prohibió participar en las batallas.
CONTINUARA ...
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