Pueden forzarte a decir cualquier cosa, pero no hay manera de que te lo hagan creer. Dentro de ti no pueden entrar nunca.

George Orwell






jueves, 20 de diciembre de 2012

NAVIDAD EN EL ASILO DE NOCHE


En esta ocasión, quiero presentaros un artículo con una gran vigencia en estos tiempos navideños, es una advertencia para que nunca olvidemos a las gentes que lo están pasando mal, personas que podrían ser cualquiera de nosotros y más teniendo en cuenta la actual crisis sistémica que nos afecta. Pero en este caso el artículo es de principios del siglo XX, un artículo de una mujer que superó grandes barreras, ROSA LUXEMBURGO. Esta mujer que nació en Polonia y militó políticamente en el partido socialdemócrata de Alemania, había conseguido estudiar en Zurich y desde muy pronto destacan sus actitudes para teorizar sobre el marxismo. Se dice que llegó a dominar siete idiomas y realizó numerosos trabajos y algunos artículos de prensa de gran calidad.

Por desgracia un 15 enero 1919, tras ser arrestada un tiempo atrás por oponerse a la Primera Guerra Mundial, fue asesinada por el culatazo de un soldado.

Os dejo con el duro artículo de esta mujer de pluma rebelde, aún así las similitudes con la actualidad crea una extraña sensación.

 


NAVIDAD EN EL ASILO DE NOCHE
 
"Un acontecimiento acaba de turbar cruelmente la atmósfera de fiesta de nuestra capital. Las almas piadosas venían justamente de entonar el bello canto tradicional: "Navidad de alegría, Navidad de misericordia" cuando se esparció bruscamente la noticia de que un envenenamiento en masa acababa de producirse en el asilo municipal. Las víctimas eran de diversas edades: Joseph Geihe, empleado, 21 años, Karl Melchior, obrero, de 47 anos, Lucien Scieptarorski
[*], 65 anos, etc. Cada dia se traían nuevas listas de hombres sin albergue, victimas del envenenamiento: La muerte los finiquitaba por todas partes: en el asilo, en la prisión, en el "chaufoir" público o simplemente en la calie, acurrucados En cualquier rincón. Antes que el ano nuevo naciera, al son de las campanas, 150 se retorcian presas de los espantos de la agonia y 70 estaban ya muertos.


Durante muchos dias, el modesto edificio de la calle de Froebel, que todo el mundo rehuye en tiempo ordinarlo, concentra boy sobre el, la atención general. ¿Cual era, pues, la causa de este envenenamiento en masa? ¿Se trataba de una epidemia o de un envenena- miento provocado por el consumo de alimentos en descomposición? La policía se dió prisa en restablezer la tranquilidad de la población: No se trataba de una enfermedad contagiosa. Mejor dicho, el hecho no presentaba ningun peligro para la población docente, para las gentes distinguidas de la ciudad. La muerte no tocaba más que a los "habitués" del asilo de noche, los cuales, con ocasión de la fiesta de Navidad habian ingerido, arenques podridos o aguardiente infectado, "a trés bon marché". Pero aquellas gentes ¿dónde se habian conseguido esos arenques podridos? ¿Los habían comprado a un vendedor ambulante de pescado? ¿o los habían recogido de los montones de basura en el mercado? Esta ultima hipótesis fue inmediatamente descartada por la perfecta razon de que los desechos de los mercados, no constituyen, como podrian imaginarlo las gentes superficiales ignorantes de las sanas medidas de la economia política, un bien sin dueno, del cual el primer vagabundo que llega se puede apropiar. Estos desechos son reunidos y vendidos a grandes empresas que les utilizan para el engorde de puercos. Se les desinfecta y muele cuidadosamente. Asi sirven de alimento a ese rebaño. Individuos vigilantes de la policía de mercados velan para evitar que los vagabundos vengan a tomar sin autorización el alimento de los puercos, para comerlo así sin desinfectar y sin moler. Era, pues, imposible que, como algunos lo imaginan fácilmente, los sin albergue hubieran recogido su festín de Navidad entre los montones de basura de los mercados. Es por esto que la policía buscaba al vendedor ambulante o al pulpero que ha vendido el aguardiente infectado, que determinó el envenemiento. […]"

"[…] Y sin embargo, todo este suceso ha puesto una nota discordante en la vida pública. Ordinariamente nuestra sociedad conserva cierto carácter de decencia exterior. Ella observa la honorabilidad, el orden y buenas costumbres. Aunque es cierto que hay lagunas o imperfecciones en la estrúctura y en la vida del Estado.

¿Pero después de todo, el Sol tambien no tient manchas? ¿Y existe aqui, abajo, alguna cosa perfecta? Los obreros mismos, yo entiendo los mejor pagados, los que están organizados, creen de Buena voluntad que la existencia y la lucha del proletariado se prosiguen dentro de límites de honorabilidad y compostura. ¿La gris teoría del pauperismo no ha sido refutada ya desde hace tiempo? Todos saben bien que existen asilos de noche, mendigos, prostitutas, "soplones", criminales y otros elementos de perturbación. Pero se piensa ordinariamente en esto, como en algo lejano, existente en alguna parte, fuera de la sociedad propiamente dicha. […]"

"[…] Y el muro que nos separa de este siniestro reinado de sombras aparece bruacamente como un simple decorado de papel pintado

¿Quienes son, pues, estos habitués del asilo de noche envenenados por el arenquc podrido o el aguardiente infecto? Un dependiente de almacen, un albañil, un tornero, un herrero, obreros, obreros, nada más que obreros. ¿Y quienes son, pues, los sin nombre que no han podido ser identificados por la policía? Obreros, siempre; nada más que obreros, en todo caso que lo eran todavía no hace mucho tiempo.

Y, en verdad, ningún obrero está garantizado contra el asilo, o el arenque podrido. Ahora, vigoroso todavia, honesto, trabajador, ¿qué devendrá mañana si ya no es recibido en su trabajo porque habrá alcanzado el fatal limite de edad o que su patrón lo declara inutilizable? ¿Qué será de esta vida si mañana cae víctima de un accidente que hará de él un inválido, un mendigo? Se dice: las gentes fracasadas en el asilo, no son en su mayor parte más que débiles y malos elementos. Viejos con el espíritu débil, jóvenes criminales, de atenuada responsabilidad. Es posible, pero los malos elementos de las clases superiores no caen nunca en el asilo sino son enviados a los sanatorios o al servicio de las colonias donde puedan satisfacer con toda libertad sus perversos instintos en las personas de los negros y de las negras. Ancianas reinas y grandes duquesas que devienen idiotas, pasan el resto de sus dias en palacios suntuosos rodeadas de una muchedumbre de respetuosos servidores. […]"

"[…] Cada día los sin albergue mueren de hambre y de frío. Nadie se ocupa de ellos, a no ser el parte cuotidiano de la policía. La emoción provacada esta vez par este fenómeno banal se explica únicamente por su carácter de masa. Pues no es más que cuando su miseria adquiere un carácter de masa que el praletario puede obligar a la sociedad e interesarse por él. Hasta el mismo sin albergue en su aspecto de masa a simplemente tomada coma un montón de cadavers adquiere una verdadera importancia pública.

En tiempo ordinario, una cadáver es una cosa muda, sin la menor importancia. Pero hay cadáveres que hablan más alto que las trompetas e iluminan aventajando a las antorchas. Después del combate de barricadas del 18 de marzo de 1848, las obereros de Berlín, levantando en sus brazos los cadáveres de sus hermanos caídos en el curso de la lucha, las condujeran delante del palacio real y obligaron al despotismo a saludar a sus víctimas. Ahora se trata de levantar los cadáveres de los "sans-logis" de Berlín envenenados, que son la carne de nuestra carne, y la sangre de nuestra sangre, sobre nuestros brazos, nuestros millones de brazos proletarios y de conducirlos en la nueva jornada de lucha que se abre ante nosotros, a los gritos mil veces repetidos: "¡Abajo el orden social infame que engendra tales horrores!"

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario