Se dice que toda persona identificada con un grupo humano
determinado, requiere de una serie de historias o leyendas que haga más fuerte
esa cohesión del grupo. Muchas veces, con el paso del tiempo, las glorias del
pasado se convierten en leyendas, adornadas con datos muchas veces confusos que
le dan un espíritu épico, legendario, mítico y misterioso…
Por eso quiero tratar hoy sobre el fútbol, pero en su
aspecto deportivo, un fútbol fuera de las cámaras de televisión, de las cifras
económicas millonarias, de los futbolistas mediáticos que anuncian colonias y
calzoncillos. Se trata del fútbol aficionado, equipos desconocidos que también
merecen su lugar en la historia, formados por 11 tíos en calzoncillos luchando
por un trozo de cuero y sólo por el placer de practicar un deporte, pero
tratando siempre de encontrar la victoria manteniendo una competitividad como
el mejor equipo profesional.
Para ello nos vamos a trasladar al pasado, en nuestra
Aretxabaleta, nació un equipo de camiseta celeste y pantalón blanco, allá por
el año 1946. En sus primeros años fue ganando prestigio entre los habitantes
del pueblo, ya que los aficionados al fútbol no podían trasladarse a grandes
distancias y apoyaban con fuerza a los equipos de los pueblos, aquí no fue
menos y se convirtió en uno de los equipos más seguidos del valle. Pero vayamos
a la temporada 1971 -1972, apareció un equipo inolvidable, fueron capaces de hacer
una gesta que posiblemente nunca más se llegue a repetir, podríamos llamarle el
"EQUIPO DE LOS SUEÑOS" del Aretxabaleta, se han cumplido 40 años y
para homenajearles os contaré esta historia y algunas leyendas, no se si todas seran
verdad pero forma parte de la mitología de este equipo, de nuestra U.D.A. Ahora
en estos tiempos difíciles para el fútbol aficionado, tenemos que contar estas
cosas a los chavales, porque no sólo los equipos profesionales millonarios
tienen trofeos y victorias a las que aferrarse, defendamos el fútbol auténtico,
el de la calle, el del pueblo.
Al comienzo de la temporada 71 -72 el Aretxabaleta se
encontraba en la categoría de Regional Preferente, teniendo en cuenta que no
existía 2.B por lo que estaría en la cuarta división del fútbol nacional. Por
aquel entonces los equipos que militaban en esta categoría también disputaban
el Campeonato de Guipúzcoa de Aficionados, el Campeonato de España de
Aficionados (representaba a su provincia el equipo campeón de Guipúzcoa) y como
hemos dicho la correspondiente liga de Preferente, que daba acceso a la final
por el ascenso a Tercera División. Todavía no se esperaba al troyano que escribe esto, pero
sólo hace falta darse un paseo por el campo de fútbol y escuchar a los que si
vivieron aquel fútbol, porque era muy diferente al actual, con menos equipos y
por lo tanto con menos categorías, era mucho más difícil llegar incluso a los
primeros equipos de los pueblos y el fútbol base sólo estaba representado por
un equipo Juvenil. Los más dotados del pueblo, alcanzaban un puesto en el
equipo, que también estaba formado por otros futbolistas del entorno, las
equipos tenían bajos presupuestos pero lo suficiente para pagar una prima que a
muchos les venía muy bien, cada club ofrecía sus mejores recursos para atraer a
los jugadores de mayor calidad. Además, la gente cuenta que era un fútbol más
rudo, más físico y que apenas se realizaban cambios, prácticamente sólo en caso
de lesión.
Aquel era un equipo cohesionado y fuerte, consiguió el título
de Campeón de Guipúzcoa y se ganó el derecho a participar en el Campeonato de
España, donde nacería la leyenda que se cuenta, en una competición que se
jugaban eliminatorias de ida y vuelta contra equipos de cualquier lugar, una
especie de copa para aficionados, pero allí estaban los mejores equipos de esta
categoría y alcanzar las últimas eliminatorias era harto complicado. Ellos
fueron pasando eliminatorias, contra equipos gallegos, catalanes y de otros
sitios, hasta que prácticamente sin darse cuenta llegaron a la final que
disputarían contra el Imperial de Murcia. Cuenta el mito, que en una de
aquellas eliminatorias les tocó jugar contra algún equipo acostumbrado a campos
duros, en el partido de ida perdieron por un marcador abultado, sin ser capaces
de adaptarse al terreno de juego. Pero en el partido de vuelta disputado en
Aretxabaleta el equipo visitante se encontró con una ingrata sorpresa, el campo
se encontraba de barro hasta las orejas a pesar de que había amanecido con un
sol radiante, al parecer alguien se había dejado en marcha el regadío. El
Aretxabaleta aplastó a sus rivales y consiguió pasar la eliminatoria con una
victoria apabullante, ¿cuánto será verdad?, No se sabe, pero las historias son
así.
La final, que también era doble partido, se disputó el 8
julio 1972 en Aretxabaleta y el 16 julio 1972 en Murcia, por lo tanto tenían el
partido decisivo fuera de casa y todos daban por claro favorito al equipo
mediterráneo. Aquello tuvo que ser impresionante, en Ibarra animaban a nuestro
equipo 4800 almas, prácticamente todo el pueblo, yo me imagino que empujarían
con tanta fuerza que sólo pudieron ganar por un ajustado marcador de dos a uno,
el primer gol lo marcó el equipo visitante pero el Aretxabaleta pudo marcar dos
goles y remontar la eliminatoria que quedaba pendiente para el último partido.
Aquel 16 de julio a las 22:30 de la tarde comenzó el partido
en el Estadio de la Condomina, fue un día muy caluroso a lo que no estaban
acostumbrados los vascos y jugaban contra un equipo de calidad apoyado por su afición. El partido tuvo que
ser terrible, agónico y emocionante porque aunque el Aretxabaleta marcó
primero, el Imperial consiguió meter dos goles forzando la prórroga. Sólo
faltaban cinco minutos para el final del partido y los jugadores debían estar
exhaustos después de la dura pelea, fue entonces cuando nuestro mítico equipo
consiguió marcar un gol y hacerse con el campeonato, era lo más grande que
había conseguido el club en toda su historia. Celebraron la victoria bajo los
fuegos artificiales que habían preparado los murcianos para celebrar la
victoria, pero los fuegos tuvieron que ser en honor del equipo de Guipúzcoa. A
pesar de aquello no se conformaron con esta victoria y consiguieron ganar la
liga de Preferente, para así disputar la final y conseguir el ascenso venciendo
al Tolosa en Atotxa. Habían redondeado la temporada consiguiendo tres títulos y
el ascenso, con ello conseguía participar en una liga de nivel nacional.
A la temporada siguiente jugaron contra equipos más
poderosos y no pudieron mantener la categoría, pero en la Copa del generalísimo
aquel equipo que se comía las eliminatorias avanzó tres rondas y tuvo que ser
el Pontevedra de segunda división, el que derribará al Aretxabaleta después de
sus hazañas en la competición del K.O. No podemos olvidar estas impresionantes
victorias, a veces los sueños más difíciles se pueden hacer realidad, el pez
pequeño puede fajarse con el pez grande. La vorágine de la globalización, los
medios de comunicación, el fútbol negocio rodeado de millones traídos por
magnates, con equipos plagados de estrellas extranjeras han hecho que los
aficionados caigan en esta ola desenfrenada y olviden que los equipos de sus
pueblos un día formaron parte de los placeres de sus habitantes, todos los
niños deseaban jugar en los equipos del pueblo, en vez de comprarse las botas
de las superestrellas del fútbol mundial, soñaban con vestirse la camiseta azul
celeste del Aretxabaleta.
Éstos eran los nombres del Equipo de los Sueños, los que
consiguieron la legendaria gesta, Viteri, Murgoitio, Apellaniz, Unzueta (capitán), Iturraspe,
Etxagibel, Patxi, Corral, Cámara, Idigoras y Calvo. Y suplentes: Uribarren,
Mayora, Isasmendi y Esteban.
El
trofeo de campeón descansa ahora en las vitrinas del club, esperando que los
ojos curiosos de algún aficionado se posen sobre él, que los niños pregunten
quien consiguió esa copa tan grande cubierta de polvo, que destaca en las
baldas en los pasillos del vestuario del Ibarra, en Aretxabaleta, Guipúzcoa.
HECTOR
DE TROYA


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