Pueden forzarte a decir cualquier cosa, pero no hay manera de que te lo hagan creer. Dentro de ti no pueden entrar nunca.

George Orwell






martes, 3 de enero de 2012

LAS ABARCAS DESIERTAS (DE MIGUEL HERNÁNDEZ)


Querido Miguel:
En marzo harán 70 años que nos dejaste, no te lo vas a creer pero hemos entrado en el año 2012, que si, que ya ha pasado 102 años desde tu nacimiento en tu querida Orihuela. Aprendiste la poesía de los grandes literatos del pasado mientras cuidabas de tus rebaños de cabras, admiro cómo conseguiste convertirte en un gran poeta teniendo que dejar el bachillerato en 1925 porque tu padre se negó a aceptar la beca de los jesuitas. Aprendiste poesía, porque la crueldad de la vida la aprendiste desde muy corta edad, la falta de recursos de vuestra familia de pastores, las desigualdades sociales de la España de los años 20 y 30 a pesar de que apareció nuestra amada República, que poco pudo hacer contra el poder de los terratenientes y la Iglesia, por no hablar del ejército dirigido por aquellos devoradores de libertad. Por eso, tu conciencia social hizo que te involucraras en aquella maldita guerra, como no, siempre al lado de los pobres y los desfavorecidos, diste tu vida no por pertenecer al Partido Comunista, sino por pensar diferente y plasmarlo en tus poesías, aquellos indeseables quisieron atacar a la cultura, creyendo que personalidades como tú serían olvidadas pasado el tiempo, pero no lo consiguieron tus poesías y tu ejemplo perdura todavía.
Por eso, hoy quiero recuperar una de tus poesías que viene como anillo al dedo en estas fechas, algunos niños esperan con ilusión la llegada de los Reyes Magos, pero en esta sociedad consumista que nos impregna nos convierte en máquinas de gastar dinero y buscar el regalo imposible cueste lo que cueste. Mientras en muchos países del mundo, los niños no van a recibir ningún regalo, los reyes se olvidan de los menos favorecidos y eso es algo que tú entiendes bien por sentirlo en tus propias carnes y te hizo escribir la poesía "Las Abarcas Desiertas" en la Navidad de 1937. Quiero ofrecérsela a todos los lectores de mi rinconcito para que reflexionen sobre las injusticias que asolan el mundo, pero sin entristecerse demasiado y sin perder la esperanza en un mundo más equitativo en la que la infancia de cualquier parte del globo pueda ser más feliz, ya que ellos son el futuro que se debería construir sobre cimientos de amor y libertad.
Ya ves amigo Miguel, ha pasado mucho tiempo desde que escribiste esta poesía, pero todavía hoy en día existen las injusticias por las que tú luchaste con tu pluma, un arma mucho más eficaz que la fuerza bruta y eso la historia te lo agradecerá algún día, ese día quizás la humanidad deje de comportarse como una bestia y el mundo sea un lugar mejor para vivir.

Un abrazo en nombre de un admirador que no conoces.

Jamás te olvidaremos.

HÉCTOR DE TROYA

Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.

 Y encontraban los días,
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.

Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.

Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río,
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.

Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería.

Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.

Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.

Toda gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.

Rabié de llanto, hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y unos hombres de miel.

Por el cinco de enero,
de la majada mía
mi calzado cabrero
a la escarcha salía.



No hay comentarios:

Publicar un comentario