Vivimos en un país que no aprende, no importa que te
encadenen siempre que te dejen ver Sálvame o los partidos de futbol. Un reino de
ignorantes donde el que no roba es tonto. Siglos de obediencia a la corona y la
cruz, siempre llegando tarde a su cita con la historia. Las novedades y el
progreso son idioteces de rojos, masones y separatistas, una especie de
demonios que pueden repartir tus miserias.
Un lugar de picaros, vivos y ladrones al más puro estilo del Lazarillo de
Tormes.
Justo ahora se cumplen 80 años de uno de esos atrasos
históricos, la sublevación del 18 de Julio del 36, una traición a la democracia.
Por desgracia en el Reino de España ha sido habitual la injerencia del ejército
en la política, y el criminal Franco es uno de estos ejemplos más desagradables.
Empezó una guerra fratricida donde el bando franquista campo a sus anchas y
llenó las cunetas de muertos.
Aquí, en Aretxabaleta, hombres muy capaces se perdieron y
las mujeres, víctimas silenciadas, se llevaron la peor parte de la represión.
Uno de ellos, el aviador Urtubi, estuvo en los primeros momentos en el centro del
golpe, pero no quiso participar y paso a defender a la República, entregando su
vida en combate. Jesús Peña, trabajador de Beroa y periodista local,
nacionalista de corazón fue fusilado por los italianos con 23 años. Mejor
suerte tuvo Lucio Oteiza, combatiente socialista que supero dos penas de muerte
en octubre del 34 y en la guerra, murió con más de 90 años.
Todos estos héroes anónimos, defendieron juntos su tierra,
socialistas, anarquistas, nacionalistas, comunistas, superando sus diferencias
por la libertad. Total para que tras la larga noche franquista algunos líderes
de izquierdas juraran la bandera rojigualda en 1978.Pero los más jóvenes no
vivimos la transición, ¿Por qué aceptar este régimen bananero como si fuera la
verdad de dios?
Pero en las últimas elecciones, otra vez el pueblo español
regalo el poder a un partido corrupto, falso y que 80 años después no ha
condenado claramente la dictadura. No obstante nos queda la esperanza, los
pueblos catalán y vasco hemos optado por el cambio. Si el pueblo español quiere
seguir encadenado, está en su derecho, pero a los que no queremos ser corderos
que nos dejen ser libres y soberanos para decidir nuestro futuro.
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